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Al fútbol también la deja chiquitita

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La catedral de Río Ceballos tiene piso de cemento, una red desmontable y dos arcos. Su versatilidad -en minutos puede mudar de cancha de tenis a cancha de fútbol- la convierten en el único complejo polideportivo local.

David exagera con el taco. La pelota pica demasiado para las reducidas dimensiones del estadio y él no tiene pudores en clavarle la uña cuando lo cree necesario (si en el Mundial Ronaldo se sirvió del puntín, por qué no Nalbandian…). También le pega "tres dedos" y deslumbra a los presentes con una derecha de aquéllas. Ahora salta, se eleva por los aires y mete un frentazo letal. El arquero rival -que parece enyesado en la cintura- la mira pasar. Es gol ("el fútbol en su máxima expresión", dicen). David festeja con los suyos y le dedica su tanto al fotógrafo de GENTE. El partido continúa. Entonces, una pelotita de tenis cae dentro de la cancha. El arquero -el mismo del yeso en la cadera- descuida su arco para recogerla y es vencido otra vez. Inmediatamente después se produce un tumulto en la mitad de la cancha: los dos equipos discuten la validez de esta última conquista.

-¡Aflojen, che! Que yo fui a sacar la pelotita porque si David la llega a pisar se puede lastimar… -argumenta el arquero.

Finalmente, el gol es anulado de común acuerdo. Luego se suceden el pitazo final y los festejos de rigor. David celebra su nueva victoria. Esta vez, el premio es una gaseosa y algunos alfajores -a compartir con los perdedores, claro-, apenas 393.750 dólares menos de los que ganó el 7 de julio cuando llegó a la final de Wimbledon (allá, en la otra Catedral).

Ahora -luego de la hazaña de Wimbledon, claro- lo llaman el Rey David. Es Ciudadano Ilustre en su Unquillo natal y todo el pueblo lo siente como el hijo pródigo. Ya en el decimoquinto puesto del ranking de la ATP, es también el tenista número uno de Sudamérica. Sin embargo, David Nalbandian mantiene los pies sobre la tierra. Se reconoce feliz y dice que un nuevo lema rige hoy su vida. "Si hay algo que querés demasiado, matate por conseguirlo, porque nada es imposible
-asegura David-. Yo siempre pensé que los ingleses nos odiaban; sin embargo, el día de la final, di la vuelta olímpica con la bandera argentina que me tiró un hincha desde la platea y todos se pusieron de pie para aplaudirme. Eso te demuestra que nada es imposible…".

Unquillo lo recibió como un verdadero héroe. Inevitable, todo el pueblo se encolumnó en caravana detrás de su hijo pródigo. Emocionado, David lloró otra vez, igual que sobre el césped inglés. En un día concedió más entrevistas que en toda su carrera. Y siempre repitió la misma dedicatoria: "A mis viejos, que se rompieron el c… para que yo pudiera seguir en el tenis".

El sábado 20, luego del último flash, David volvió a montar su Peugeot 206. Como todo cordobés que se precie, se confiesa fanático del rally. Y sólo frente al volante puede vencer su evidente timidez. "Lo tengo bien preparado: es réplica uno en uno del Peugeot europeo campeón de rally", asegura orgulloso. En diez minutos recorrió los 35 kilómetros que separan el aeropuerto de Pajas Blancas de Río Ceballos, a no más de cinco minutos de su casa de Unquillo. En lo de Carlos Gariboto -empresario, uno de los sobrevivientes de la tragedia de
LAPA-, David disfrutó de un asado junto a sus amigos y se prendió en el "picado". Durante el tercer tiempo -también en el quincho del dueño de casa-, los jugadores brindaron con fernet (aunque David prefirió sólo gaseosa). Darío Nalbandian -hermano de David, por supuesto- empuñó la guitarra y demostró dotes de cantante.

Hoy David está otra vez en el circuito profesional. Más precisamente en Canadá, persiguiendo una nueva hazaña. Mientras tanto, sueña con una posible convocatoria para representar a la Argentina en las semifinales de la Copa Davis ante Rusia. Y disfrutar de unas merecidas vacaciones, que debió postergar para noviembre próximo, junto a su novia, Victoria. "Es el único momento en que el calendario nos da un respiro…".

En La Catedral de Río Ceballos, David demostró sus cualidades para el fútbol. Exageró con los tacos pero con un frentazo certero marcó el gol de la victoria. Aunque había menos público que en Wimbledon, festejó el triunfo como si se tratara de un Grand Slam.

En La Catedral de Río Ceballos, David demostró sus cualidades para el fútbol. Exageró con los tacos pero con un frentazo certero marcó el gol de la victoria. Aunque había menos público que en Wimbledon, festejó el triunfo como si se tratara de un Grand Slam.

Ya de regreso en la Argentina, David atendió a la prensa. En un día me hicieron más notas que en toda mi carrera".">

Ya de regreso en la Argentina, David atendió a la prensa. "En un día me hicieron más notas que en toda mi carrera".

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