“Agradezco a las mujeres con las que compartí mi vida” – GENTE Online
 

“Agradezco a las mujeres con las que compartí mi vida”

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La historia se repite. Una vez más, Diego Torres (35) saca un álbum. Una vez más, ese álbum hace explotar las ventas, no sólo en la Argentina: también –¡y cómo!– en México y en España, donde su flamante Andando ya está en los primeros puestos del ranking y las radios lo pasan mañana, tarde, noche y trasnoche. Es más: su vida, desde el nacimiento de la criatura, es una continua y frenética gira de promoción por Puerto Rico, Nueva York, Miami, México DF, Madrid, Barcelona y Canarias. Una pierna de relucientes ases le asegura, desde el vamos, el triunfo. 1) Diego Torres es una estrella sin ateos en uno de los mundos más ferozmente competitivos: la música latina. 2) Diego Torres no es el invento de una astuta agencia de publicidad: tiene talento, estilo, personalidad, buen gusto. 3) Diego Torres es normal: no lo tientan las ínfulas, el descontrol, los caprichos ni las excentricidades que cultivan tantos rock-stars. Y, como bonus track, habla maravillas de su madre, Lolita Torres, que fue una cantante de voz y afinación perfectas, ni reniega de su linaje, como Christian Castro o Enrique Iglesias, para los que Verónica Castro o Julio Iglesias parecen no existir. Tanto, que suele aparecen junto a su padre, sus hermanos, sus sobrinos, afirmando ese valor llamado familia. Y por fin, muestra a sus novias, hoy la bellísima Deborah Bello (¿la definitiva?), sin obligar a periodistas y fotógrafos a eternas y fatigosas guardias, y jamás aparece ligado a un gran escándalo: ni siquiera a un escandalete…

–¿Es difícil ser así, Diego? ¿O en tu caso es tan natural como respirar?
–Mirá: en mi familia hay problemas y diferencias como en cualquier otra, pero tenemos un vínculo muy fuerte, nos preocupamos el uno por el otro, nos reunimos, hablamos. Así fui educado, y por eso soy como soy.

–¿También por eso no eludís mostrar a tus parejas?
–Tuve, casi siempre, relaciones largas, y jamás me importó confesarlas ni presentar a mis compañeras. Al contrario: agradezco a las mujeres con las que compartí mi vida, porque de una u otra manera me hicieron bien.

–¿En qué sentido?
–El más importante: la mujer, la buena mujer, ayuda a crecer al hombre.

–¿Las buscaste así, o simplemente llegaron a tu vida?
–Creo que las encontré. Pero a lo mejor fue una búsqueda, tratando de lograr algo de equilibrio en la vida que llevo…

–Quizás alcances mayor equilibrio el día que con tu novia, Deborah Bello, tengan un hijo…
–Quizás. Los sueños siempre están. Tal vez lo concretemos pronto…

–¿Cuáles son los desequilibrios y las carencias de esa vida que describís?
–Es una vida solitaria, egoísta, de viajes, de largas temporadas afuera, rodeado de miles de personas, pero sin la persona que realmente querés o necesitás.

–¿Es imposible lograr lo contrario, tener a esa persona al lado?
–Sí. Es algo que no pretendo ni quiero. No es justo que tu pareja esté pegada a vos como un chicle y todo el tiempo.

–Pero algunos lo prefieren…
–Yo no. Yo necesito mis tiempos para viajar, ir, volver, hacer mi laburo. Por otra parte, puedo encontrarme con mi pareja en cualquier lugar, del mismo modo que me encuentro con mi familia. Necesito las dos cosas…

–Más de una vez le dijiste al público –casi de mala manera– que dejara de gritar histéricamente. ¿Fue un riesgo? ¿Pudo volverse en contra?
–No. Lo dije sinceramente, porque mentir es peor. Al principio cayó mal, fue duro, pero después me entendieron y lo aceptaron. Fui tan sincero en esa crítica como cuando les digo “gracias” de todo corazón. Sobre todo cuando, en un estadio, hago un tema tranquilo… y no vuela ni una mosca.

–¿Es muy difícil lograr algo así?
–Bueno, hay artistas de mi generación que no pueden conseguir esos climas. Pero hay que tratar de transmitirle a la gente que la música refleja diferentes estados de ánimo, que hay partes para bailar y cantar, y otras para escuchar en calma.

–¿Eso te viene de cuna?
–Sí, claro. Me crié así. Lolita, mi madre, podía cantar una cosa flamenca, desgarrada, y luego hacer un tema alegre, festivo. Una mezcla muy sabia…

–¿Por qué, a diferencia de otros, nunca renegaste de tu condición de hijo de una artista?
–Empecé tan joven que no me di cuenta de eso. Jamás me puse a pensar en el peso de mi apellido. Iba para adelante, y punto… ¡No sabés cómo agradezco haber tenido la madre que tuve, y cómo me encanta hablar de ella!

–¿Está siempre presente?
–Siempre, aunque no la mencione. Continuamente pienso y me digo: “Uy, mirá, mamá estuvo acá”, “¿Qué hubiera hecho mamá en este caso?”, “¡Cómo me gustaría estar acá con la vieja!”. Soy una proyección de ella: tengo la misma profesión y recibo mucho cariño, dos cosas que son su legado. Es algo lindísimo. Me encanta que ella haya dejado, además de su arte en el cine y en la música, la imagen de alguien con tantos valores en todo sentido. Era muy especial…

–¿En tu vida privada sos muy controlado o muy discreto?
–He vivido de todo. No me puedo quejar. ¡Porque también está bueno el amor de una noche! Pero siempre busqué, mal o bien, relaciones más profundas. A veces las encontrás, y otras… Pero son las reglas del juego.

–¿Cómo manejás tu tan poco tiempo libre?
–A veces trabajo un mes a full y después me tomo una semana o diez días y aviso que no cuenten conmigo. No existo…

–¿Qué hacés en ese recreo?
–Me quedo en mi casa. Descanso. Leo, veo películas y series de televisión –ahora estoy enganchado con Six feet under–, y juego al fútbol. ¡Soy un enfermo del fútbol!

–¿Lugares especiales?
–Playas o montañas nevadas. La cuestión es tomar aire, para volver a la carga, porque después me esperan una semana en España, una en México, una en los Estados Unidos, otra en España, otra en México, y así sin parar…

–¿Alguna clave para armar tu agenda?
–Sí, por supuesto. La cuestión no es hacer cuarenta reportajes en una ciudad: tenés que hacer seis que sabés que son sí o sí. Hay que ser muy cuidadoso con las elecciones, las personas, los espacios, para no terminar hecho pedazos…

–¿Todavía te apasiona esa vida agotadora, o contás los días que faltan para volver a tu casa?
–Hay días duros, intensos, pero también cosas muy placenteras. Ahora, en México, me mataron de laburo, pero me divertí muchísimo, me ca… de risa en los programas de televisión, y me trataron bárbaro.

–¿En las notas periodísticas ponés ganas o piloto automático?
–Mi única manera es hacerlas con ganas. Si no, es al pedo… Soy actor, y hago lo mismo que los actores de teatro: meses enteros actuando el mismo papel, pero sin perder las ganas ni la intensidad. Una que otra vez conecto el piloto automático, pero lo más común es que ponga onda, historias, humor…

–La repercusión de Andando te permite poner la bandera de territorio conquistado en muchos países. ¿Cuáles te faltan?
–Cada disco es una lotería. Hay públicos muy a favor, como el argentino y el mexicano, y estoy apuntando mucho a España y a los Estados Unidos, mercados que demandan mucho tiempo. No alcanza con un viaje: ¡hay que estar ahí!

–Después de tantos años y giras, ¿cómo hacés para mantener esas ganas de conquista?
–Porque las grandes cosas se logran con grandes esfuerzos. Por ejemplo, que me dieran bola en México… ¡me llevó diez años! Eso, hasta que se enamoraron de Unplugged, mi disco anterior, y coseché todo lo que había sembrado. La clave es insistir, insistir e insistir. No hay otro camino. Eso fue así hasta para los gigantes, los más grandes de este oficio.

–¿La rutina –ese enemigo mortal– nunca te acecha?
–No tenés que dejarla ni asomar. Si cada vez que grabás un disco o subís a un escenario para un recital en vivo, o filmás una película, o das una conferencia de prensa, te dejás ganar la partida por la costumbre, ponés el casete, mirás el reloj o querés estar en otro lado… estás perdido. Dejaste o estás por dejar de ser lo que sos.

–¿Hay fórmulas para enfrentar a ese enemigo?
–Si te defendés con fórmulas, fracasás. Al títere se le ven los hilos, porque el público no es tonto. El único antídoto uno lo lleva adentro. Se llama adrenalina.

… pero no de incógnito. Un Diego Torres abierto, sincero, apasionado, cada día más exitoso, que sigue conquistando nuevos mercados.

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“<i>Nunca hay nada del todo seguro. Siempre estás haciendo equilibrio y corriendo riesgos. Conquistar al público mexicano me tomó diez años</i>”

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“<i>Mi vida, como la de muchos artistas, es muy solitaria. Viajes, giras, hoteles, reportajes… Y sin pareja, porque no es justo que la mujer te siga pegada como chicle</i>”

Mi vida, como la de muchos artistas, es muy solitaria. Viajes, giras, hoteles, reportajes… Y sin pareja, porque no es justo que la mujer te siga pegada como chicle

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