No hizo campaña proselitista ni tampoco que sus palabras dijeran más que sus
acciones. No recorrió los barrios en busca de apoyo y a cambio de promesas. No
prometió cumplir sueños irrealizables. No juró ponerse a la altura del Primer
Mundo. No habló mal de sus contrincantes. No se ahogó en soberbia.
Pero ahí
está, ovacionado, frente a un pueblo que hace un cuarto de siglo lo vio nacer y
ahora lo ve ídolo indiscutido.
"Acá arriba me siento un político", comentó. Pero Emanuel Ginóbili no lo es.
Llegó a 'escondidas' y escoltado por 20 personas de San Antonio Spurs, el team
de la NBA que acaba de convertirlo en campeón. Un respiro antes de tanta
emoción: abrazar a sus padres, Raquel y Jorge, y a sus hermanos, Leandro y
Sebastián; visitar su casa de Vergara 14, ver cómo le ponían su nombre al
estadio del Club Bahiense del Norte, donde debutó como basquetbolista, y salir
al balcón de 'su' Teatro Municipal, para despedirse agradecido: "Sé que ustedes
van a permanecer siempre a mi lado. Espero poder permanecer yo siempre junto a
ustedes", redondeó como un político.
Pero Emanuel Ginóbili -por fortuna- no lo es.
A pesar del frío y la lluvia, 1.000 personas lo vivaron en su tierra. Manu apareció con el tema Matador, de los Fabulosos Cadillacs, filmó a la gente y salió aplaudido.