A un año de la Guerra en Ucrania, tres historias conmovedoras de refugiados – GENTE Online
 

A un año de la Guerra en Ucrania, tres historias conmovedoras de refugiados

Fernando Ortega Zabala, enviado especial de Grupo Atlántida, cubrió el conflicto bélico y recolectó testimonios en medio de la desidia. Hablan los sobrevivientes, los que se despiden en la frontera y los que aún esperan el momento de partir.
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De un segundo a otro, sobrevivir puede depender de cruzar una línea imaginaria llamada paso fronterizo. El 24 de febrero de 2022, en gran parte de Europa del Este, la vida -como se la conocía hasta entonces- terminó. Rusia invadió Ucrania para "desmilitarizar y desnazificar", y el fuego cruzado no tardó en llegar.

Para sorpresa de muchos, después de más de trescientos días de enfrentamientos, la burocracia que enfrentan los civiles no cedió. Con desesperación, desarraigo y dolor, ellos buscan la forma de presentar la documentación necesaria para poder huir sabiendo que llegar al final de la fila no les garantiza nada ya que todo depende de encontrar y hacer coincidir unos papeles gubernamentales.

Son miles de mujeres, adultos mayores y niños los que se agolpan en las fronteras que Ucrania posee con Hungría y Polonia para intentar salvarse mientras los jóvenes atienden el llamado que nunca hubiesen querido recibir: el que los obliga a defender su patria como civiles. Además, en la misma línea temporal, se encuentran quienes no pueden cruzar y deben -o deciden por razones particulares- quedarse en Ucrania.

¿Por quién llora esta madre? La historia de María y Bohdan

Bohdan (37) escapó de Ucrania rumbo a Buenos Aires a bordo de un vuelo comandado por Enrique Piñeyro. No habla español, pero sabe que cualquier otro sitio es más seguro que el propio. En simultáneo, María, su madre, lo llora desconsoladamente desde Ivano-Frankivsk, un poblado del oeste de Ucrania.

Aunque los hombres de entre 18 y 60 años tenían prohibido abandonar el territorio ucraniano y debían quedarse a defender la patria, había excepciones y Bohdan era una de ellas. Por razones de salud, contaba con un certificado médico firmado por el Ministerio de Defensa que le permitía -al igual que a las mujeres, los niños y los adultos mayores- irse del territorio. Por lo tanto, su madre fue quien lo impulsó a abandonar el país.

En primera instancia, cruzó por un paso fronterizo hacia Polonia, donde pasó varios días en un centro de refugiados hasta que consiguió un pasaje -en un vuelo humanitario- rumbo a Argentina.

Bohdan fue el primer refugiado ucraniano que pisó nuestro territorio. Su llegada fue relatada en GENTE y María -a través de nuestro enviado especial en Ucrania- pudo recibir un ejemplar de la revista. Gracias a Fernando Ortega Zabala, una madre desesperada se enteró que su único hijo había llegado bien a destino tras huir de la guerra. "Dyakuyu, dyakuyo, dyakuyo, dyakuyo”, repetía María sin parar llevando la revista con las dos manos a su pecho. "Dyakuyo" en ucraniano significa "gracias".

Bohdan fue el primer refugiado ucraniano que llegó a nuestro país, y así salió en Revista Gente. FOTO: Archivo Atlántida
Una imagen de María reencontrándose con la imagen de su único hijo, Bohdan, a través de la revista que le acercó nuestro enviado especial. FOTO: Fernando Ortega Zabala

"No esté triste. Bohdan está bien, vive en una provincia que se llama Misiones donde está la comunidad ucraniana más grande de Argentina", le explicó Fernando. Acto seguido, nuestro enviado decidió comunicarse con Bohdan por videollamada. En ese momento, se dio un reencuentro único entre madre e hijo que le dio a María una tranquilidad impagable: la de saber que su hijo estaba bien.

Oscar Peña, el argentino que decidió quedarse en Ucrania

Oscar Peña nació en la provincia de Mendoza pero vive en Ucrania hace 27 años. Tiene 63 años, seis hijos y dos nietas, y el 24 de febrero del año pasado fue testigo del ataque ruso en territorio ucraniano y vio, desde su casa, como caían los misiles en el aeropuerto militar de Ivano–Frankivsk. "El día del ataque mis hijos se despertaron por los estruendos. ¡Ese día comenzó la guerra!", recuerda mientras conversa con Fernando -nuestro enviado especial- en el patio de un orfanato.

Como a todo padre, le hubiese gustado evitar que su familia sea testigo del horror. Sin embargo, la situación de uno de sus hijos en particular lo mantenía alerta: la de José, el que se haría mayor de edad en plena guerra. "Varios amigos míos me han ofrecido sacar del país a mi hijo José antes del día de su cumpleaños 18, ya que desde esa edad hasta los 60 ningún varón puede abandonar Ucrania. ¿Pero sabés que él no se quiso ir? Quiere sumarse a las fuerzas de defensa territorial, y yo respeto su decisión y me siento muy orgulloso…. Pero claro que me sentiría más tranquilo si él estuviese en el exterior", confiesa.

Uliana (32) -madre de dos niñas- y Natalia (29) son las dos hijas mayores de Peña y dejaron su casa tras casarse. Aún viven con él y su esposa sus otros cuatro hijos: Sofía (20), José (180 y los mellizos, Luba y Llubav, de 16 años. El día del ataque, sus nietas y Uliana tuvieron que abandonar la casa en la que se encontraban por la peligrosa cercanía con el aeropuerto militar.

Oscar Peña y su familia en Ucrania. FOTO: Fernando Ortega Zabala

Cuando el corresponsal de GENTE volvió a Argentina, siguió en contacto con Peña. "Si bien hubo nuevos ataques en las afueras de Ivano–Frankivsk, hoy su familia se encuentra bien y, por suerte, su hijo José sigue en la universidad y aún no se enlistó en las fuerzas de la defensa territorial. Supone que en algún momento lo llamarán, aunque también sabe que hay una gran cantidad de voluntarios y que primero convocan a los que hicieron el servicio militar o ya tienen alguna experiencia en el manejo de armas", explicó.

María Matyslva y el monasterio

María Matyslva es una monja que en medio de los bombardeos decidió quedarse en Ivano-Frankivsk para cuidar a Svitlana y Uliana, dos niñas de siete y ocho años que quedaron en el orfanato 'Casa de la misericordia de San Nicolás' sin posibilidad de escapar.

En diálogo con GENTE, María contó que en el lugar vivían otras 16 niñas que partieron con la hermana María Cristiana para intentar cruzar hacia Hungría. "No podíamos seguir teniendo a las niñas acá porque de noche lloraban, las sirenas sonaban a cada rato", explicó.

María Matyslva y las dos nenas de siete y ocho años en el orfanato. FOTO: Fernando Ortega Zabala

Las niñas que quedaron en el lugar son las únicas que aún no pudieron escapar de la amenaza rusa. Una porque llegó recientemente al lugar, y la otra por problemas de documentación. “La guerra no comenzó ahora, sino en 2014”, confiesa María de las Lágrimas, una de las tres monjas argentinas de la congregación de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado que se encuentran en esta región de Ucrania.

"Lo que está sucediendo es una barbarie ¿Qué nos sucede que no hemos aprendido nada como especie?", cuestiona Silvia Risko, quien preside la Fundación Raúl Roque, integrada por nietos y bisnietos de ucranianos que llegaron a la provincia de Misiones a principios del siglo pasado escapando de otra de las tantas guerras que sacudieron la región. Su misión es prestar asistencia humanitaria y ayudar a quienes abandonan el país.

Mientras ella averigua algún salvoconducto para las niñas, Risko dice que en este momento "no podría estar en ningún otro lado. Es que la mayor comunidad de ucranianos en Argentina se encuentra en Misiones y lo menos que puedo hacer por el pueblo de Ucrania es estar acá".

Retoque digital: Gustavo Ramírez

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