“A pesar del deseo, confieso que me da miedo volver a ser mamá” – GENTE Online
 

“A pesar del deseo, confieso que me da miedo volver a ser mamá”

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El término “construcción” será clave –y recurrente– en varias instancias de la invitación. Y entretanto –en el chart– hará lugar para “sorpresa” y “consecuencia” en los fastos de su vida “ni soñada”. El cartel de bienvenida a Yellow Rose se aleja a nuestras espaldas. “Y, sí. Me gusta vivir bien”, dice respecto a una premisa improvisada camino a los viñedos: su supuesta versión aburguesada. “Hoy estoy más rigurosa, pero sigo desestructurada... No es de estrella recibirte con una lanchera de Princesas”, bromea María Verónica Lozano (43). Dispuso dos aviones para el meeting en su chacra esteña de La Barra. “Imposible venir en helicóptero con este clima”, aclara dando chance a las chicanas. “A Jorge (Rodríguez, el Corcho, 52) le encantan los bichos, las naves”, explica, excluyendo cualquier tipo de esnobismo. Le creo. “En casa está naturalizado. Cargamos a la nena, los perros, el mate. A veces puteo: ‘¿No podemos tomarnos el Buquebus y ahorrarnos tiempo?”. Llegamos. Al grito de “¡Hola, Pocha!”, Antonia (4) corre a los brazos de la casera. “Con el tiempo fui poniéndome más neurótica en algunos aspectos, y más relajada en otros. Hoy, estoy más sibarita de la vida: no hago foco en cuánto cuestan las cosas, sino en la energía con que fueron hechas”, asiente y evidencia. Anthony (como la llama Rodríguez) irrumpe: “Papá, te amo”. “Yo también, hija. ¿Cuántas veces te lo dije?”. “Miles”, remata ella, pero no tan bien como lo hará mamá. “No soy boluda... No me da todo lo mismo. Disfruto de tantos gustos, pero el key de la cuestión (felicidad) pasa por eso”. Afuera pende una Hamsa, amuleto hebreo-musulmán que promete protección de la desgracia, la maldad y hasta la envidia. Adentro sobran dones de anfitrión.

–Ni siquiera desensillamos y hay leña recién ardida, petits fours campestres, Jorge “rockea” el momento...
–Sí. El es tan meticuloso del detalle que tengo que autoexigirme para ponerme a tiro. Y es así. En la construcción de un vínculo vas intercambiando manías (suelta, dejando pendiente su touch en “el nuevo George”).

–¿Cómo es tu relación con el dinero?
–Me gusta. Porque cuando estás armonizada en lo económico, todo lo demás se equilibra. Y en este aspecto yo crecí. Tendría 27 cuando reaccioné: “Me rompo el orto y no me alcanza”. Algo tenía que cambiar, y fue tema de terapia. Ahora soy como muy sindicalista. A mis compañeros los arengo para que se hagan valer. Si alguien se atrasa con el pago, salto: “¡¿Ey, qué pasa con el cheque?!”. Jorge me reta: “No hagas esas cosas”. Pero a la gente le gusta pagar caro. Lo barato no se valora. Y me divierte el límite entre exigir y correr el riesgo de que no te contraten: salgo a la cancha y tanteo cuando ser conchuda, diva, relajada.

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Leé la nota completa en la última edición de Gente.Madre e hija frente a la caballeriza, en donde Jorge acaba de construir suites de vanguardia para sus otros herederos, Iara (25) y Juan (24), hijos de su primer matrimonio.

Madre e hija frente a la caballeriza, en donde Jorge acaba de construir suites de vanguardia para sus otros herederos, Iara (25) y Juan (24), hijos de su primer matrimonio.

Antonia Rodríguez Lozano cumplió 4 el 2 de junio. La alumna del San Marcos estudia ballet “en Julio Bocca”, explica. Quiere ser bailarina clásica como su abuela materna, Graciela Martín, fallecida hace 20 años. Ya debutó como espectadora en el Colón, cuando papá compró un palco de lujo para que viese Carmen. Todos los días recibe a su tía Paz (36), hermana de Vero, quien la cuida, atiende y estimula sus “necesidades creativas” mientras Vero trabaja.

Antonia Rodríguez Lozano cumplió 4 el 2 de junio. La alumna del San Marcos estudia ballet “en Julio Bocca”, explica. Quiere ser bailarina clásica como su abuela materna, Graciela Martín, fallecida hace 20 años. Ya debutó como espectadora en el Colón, cuando papá compró un palco de lujo para que viese Carmen. Todos los días recibe a su tía Paz (36), hermana de Vero, quien la cuida, atiende y estimula sus “necesidades creativas” mientras Vero trabaja.

“El tiempo y Jorge me hicieron más exigente. Hoy estoy más sibarita de la vida: no hago foco en cuánto cuestan las cosas, sino en la energía con que fueron hechas”

“El tiempo y Jorge me hicieron más exigente. Hoy estoy más sibarita de la vida: no hago foco en cuánto cuestan las cosas, sino en la energía con que fueron hechas”

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