“A pesar de todo lo que pasó, no juzgo a mi papi; lo quiero, y punto” – GENTE Online
 

“A pesar de todo lo que pasó, no juzgo a mi papi; lo quiero, y punto”

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Cuatro de la tarde de un típico día soleado del invierno riojano. En su casa paterna, Zulemita Menem juega con Luca Bertoldi Menem, su hijo de tres años. “Me consume todo el tiempo”, dice, y se nota que está orgullosa como mamá. Ella está ahora en La Rioja, porque aceptó darle una mano a su padre en la campaña por la gobernación de su provincia. “La política es su vida”, sintetiza. Después de un larguísimo mutismo, aceptó hablar con GENTE. Y en eso estamos, y a eso vamos.

–¿Por qué rompiste tu silencio? ¿Por dolor, bronca, qué?
–Porque en un medio se dijo que yo andaba metida en política. Que iba a ser candidata por La Rioja.

–¿Alguna vez te tentaron?
–Sí, varias veces. Pero no. Nada. La política no me gusta. Lo acompañé mucho a papá desde chica, pero eso lleva tiempo, mucha vida, y no es lo que quiero para mí ni para mi hijo.

–Una vez me dijiste que la política te quitó más de lo que te dio… ¿Seguís pensando lo mismo?
–Sí, seguro. Lo que pasa es que la gente saca las cosas de contexto. Cuando papá fue presidente, mi hermano y yo éramos muy jóvenes, pero la gente nos miraba como si fuéramos funcionarios o algo así. Bueno: no es la exposición que quiero para Luca.

–¿Considerabas una burla que te llamaran Primera Damita?
–Sí. Pero nunca hice quedar mal al país. Creo que dejé una buena imagen. No es muy fácil acompañar a un presidente con sólo veinte años, hablar de todos los temas, reunirte con la gente más importante del mundo. Pero jamás hice un papelón…

–¿Qué sentiste cuando tu papá reconoció, en televisión, ser el padre de Carlos Nair Meza?
–Es un tema muy privado de papá. Lo hablamos en casa, sí, y si él acepta que es su hijo, también lo aceptamos nosotros. El cariño es otra cosa: es algo que se construye con el tiempo.

–¿Le hiciste algún reclamo a tu padre sobre esa cuestión?
–¿Qué le tengo que reclamar? Mientras haya sido buen padre conmigo, todo bien. Pero como marido… ¡pobre mi mamá! (se ríe) Hay que sacarle veinte veces el sombrero. ¡No sé cómo lo aguantó! Creo que porque la criaron a lo árabe. Fue buen padre. Vivíamos con mamá porque él estuvo siempre en la política, pero sabía que estábamos en buenas manos. La vieja siempre fue impecable.

–¿Por eso él se tomaba sus permisos?
–¡El se tomó sus permisos en todo! (se ríe).

–Una vez, Carlos Nair dijo que tu papá no podía hacer nada sobre el tema de la paternidad porque vos lo presionabas...
–Pero… ¿¡cómo puedo presionarlo!? Es un hombre de 77 años… Viste cómo fue lo de Cecilia (Bolocco)… Hable o no hable yo, nada cambia. Justamente, mi papá hizo ciertas cosas, y fue muy injusto en esos casos, porque no escucha a nadie…

–Te opusiste a la relación de Cecilia Bolocco con tu padre, y viendo cómo terminó, ¿te duele no haberte equivocado?
–No era lo que yo quería para mi papá. Pero que quede claro: él estaba separado de ella antes de que aparecieran esas fotos… y yo siempre tuve buena relación con él: antes y después de separarse.

–¿Te molestó que se casara?
–No. Pero se casó en el medio de algo muy feo. Mamá justo se estaba operando de un aneurisma en la cabeza, y yo me enteré del casamiento por la prensa. Fue un momento muy duro. Además, no hacía tanto que había muerto Carlitos…

–Recuerdo que dijiste: “Espero que el papi no sufra con esta relación”. ¿Por qué?
–Es lo que un hijo desea siempre.

–¿La diferencia de edad te preocupaba?
–¡A ver si nos entendemos! No empecé a distanciarme de papá porque se iba a casar con ella o con otra. Me enojé por la situación: mamá operada, y todo eso…

–Pero ella nunca te cayó bien.
–Obvio. Eramos agua y aceite. Cuando salieron aquellas fotos, todo el mundo dijo: “Zulemita debe estar festejando”. ¡No! Al contrario. Si a mi papá le duele una uña y a mi mamá un pelo, ¡soy la primera en correr!

–Respecto de las fotos, ¿fue un error de tu padre no haber dicho antes que estaban separados?
–No lo dijo porque en el medio hay un chiquito, Máximo, que tiene apenas tres o cuatro meses más que mi hijo.

–¿Te dio bronca cuando viste las fotos?
–Tuve sentimientos encontrados. Sabía que estaban separados, pero pensé: “¡Qué feo, meterse así en la casa de alguien!”.

–¿Vos creés que ella se acercó a tu padre sólo por el poder? ¿Para ser la Primera Dama? ¿O realmente lo quiso?
–No sé, no pienso mucho en eso. Muchas veces, cuando uno es figura pública (presidente, modelo, actor, o personaje de Gran Hermano), mucha gente se te acerca por interés. Por una foto, un pancho, una Coca. Pero ella también era conocida, así que… no sé.

–¿Por qué tu padre permitió que ella se le acercara?
–¡Porque mi papá… mi papá se acerca a todo lo que tenga bombacha y corpiño! ¡Es terrible! ¡No le importan los años ni nada! (se ríe a carcajadas).

–Cuando pasó lo que pasó, ¿le reprochaste: “Te lo dije”?
–No. Porque fue algo muy feo, y hay que respetar el dolor. Y mi mamá tampoco le dijo nada: ella está más allá del bien y del mal.

–¿Conocés a Máximo?
–No.

–¿No quisiste?
–Al contrario.

–¿No quiso Cecilia?
–Supongo. Pero me encantaría que Máximo y Luca se conocieran.

–¿Querés conocer a Carlos Nair?
–No.

–¿Por qué creés que entró en Gran Hermano? ¿Para presionar a tu padre? ¿Para que lo reconociera?
–Nooo… No hubo víctimas ni victimarios. Papá lo ayudó siempre, y yo respeté esa decisión.

–Pero hay que dividir la herencia. ¿Te molesta?
–¿La verdad? Hace mucho que trabajo, y me va muy bien. La DGI y la AFIP se metieron mil veces en mis cuentas y no encontraron nada. No soy la dueña de la segunda agencia Toyota del país por ser la hija de Carlos Menem. Me encanta trabajar, soy muy capaz. Ni siquiera cuando papá era presidente me rasqué el pupo (ombligo), y eso que podía…

–Sos hija de padres separados, y tu hijo también. ¿Qué hacés para que Luca no sufra como sufriste vos?
–¡Ser hija de padres separados me vino bárbaro! (se ríe). Es como tener una escuela de qué hacer y qué no hacer. Con Paolo (Bertoldi, empresario italiano), mi ex, estamos muy bien. Nos divorciamos, llegamos a un acuerdo, y gracias a Dios logré la tenencia definitiva de Luca, que no es fácil.

–¿Luca tiene imagen, presencia de su padre?
–Le muestro fotos, videos, tiene su foto en la mesita de luz, y cada noche le digo:“Déle un besito a su papá y vamos a rezar por el abuelo, por la abuela, por mamá, por papá”.

–Cuando pregunta por el padre, ¿qué le decís?
–Al principio, que su papá estaba de viaje. Después, que vivía en otro país. Y al final, que estábamos separados.

–¿Se vieron?
–Por suerte, sí. En enero de este año, en los Estados Unidos. Y después vino a verlo a Buenos Aires. Y todos los días hablan por Internet, chatean.

–¿Paolo sigue en Miami?
–Ni idea. Es ciudadano del mundo. Miami, Italia…

–¿Qué sentís cuando lo ves?
–Me pasa algo especial. A pesar de todo, cuando lo veo siento cero bronca, cero todo. Lo veo como alguien muy especial, que me dio lo más importante: un hijo. Este enano loco que me trastorna la vida. Además… ¡tan parecido al padre! La cola, las piernas, la espalda… Es un clon.

–¿Estás enamorada?
–No, no…

–¿Estás sola?
–Sola, y muy bien. Con un ex marido alcanza y sobra, y con un hijo, también.

–Zulema, tu madre, ¿qué dice?
–Es tan abierta que me dice: “No importa que no te cases… ¡pero tené otro hijo!”. Quiere tener más nietos…

–Podés adoptar…
–Si no tengo otro propio, es posible que adopte.

–Tu padre vuelve a la batalla política. ¿Tenés ganas de decirle basta, que pare?
–No… Prefiero que esté en la política. Le da ganas de vivir. Son sus pilas de cada día. Su pasión. Su vida. Si hablamos de infidelidad… ¡nos fue infiel a todas con la política!

–Hace unos años confesaste que tenías la ilusión de ver a tus padres, ahora que son grandes, otra vez juntos…
–Se juntan, se juntan… y tienen muy buena onda. ¿La verdad? Luca, este enano, hizo milagros. Nos cambió la vida a todos. Cuando cumplió un año hicimos una fiestita. Papá y mamá se reencontraron allí, y ahora son como grandes amigos. Tienen una súper buena relación. Creo que los une el amor por mí, por Luca, y por la memoria de Carlitos, mi hermano.

–Tu hijo no fue bautizado. ¿Vas a educarlo en los preceptos del catolicismo o del Islam?
–Yo le enseño algunas costumbres musulmanas. Obvio, no le voy a imponer nada, porque el papá es católico. El elegirá su camino religioso cuando sea grande. Pero como vive en un ambiente musulmán (no comemos cerdo, no tomamos alcohol), el viejo nos hace renegar. Entonces, cuando vamos de visita a su casa, le corta jamón y le dice: “Tomá, comé y contále a tu abuela que te di jamón”. Volvemos a casa y lo primero que hace es decirle a mamá: “¿Sabés? El setuto me dio jamón, pero es jamón de vaca, no de chancho”.

–¿Cómo lo llama?
–Setuto, porque en árabe abuelo se dice yeto, y como no le sale, Luca lo dice así, y a mí y a mi mamá nos dice teto.

–Pero volvamos a tus padres: ¿qué pasa entre ellos? ¿Hay algo más que una relación de viejos amigos?
–Creo que, a pesar de todo lo que vivieron, a pesar de la separación, a pesar de todas las cosas que les pasaron en la vida, les llegó la hora de estar juntos. Aunque sea un poco…

–¿Juntos y de vuelta enamorados, querés decir?
–Juntos. Un poco juntos. Y no digo más nada.

Papá Carlos y Zulemita en la casa riojana del ex presidente. Pasaron momentos difíciles, pero ella le está dando “<i>una mano en su campaña para gobernador, porque la política es su vida</i>”, dice.

Papá Carlos y Zulemita en la casa riojana del ex presidente. Pasaron momentos difíciles, pero ella le está dando “una mano en su campaña para gobernador, porque la política es su vida”, dice.

“Luca, mi hijo, este enano loco, nos cambió la vida a todos: a mí, a los abuelos, y también a Paolo, su padre. Con él, gracias a Dios, se reencontró en enero. Ahora me encantaría que conozca a Máximo, el hijito de papi, a quien yo nunca pude conocer”

“Luca, mi hijo, este enano loco, nos cambió la vida a todos: a mí, a los abuelos, y también a Paolo, su padre. Con él, gracias a Dios, se reencontró en enero. Ahora me encantaría que conozca a Máximo, el hijito de papi, a quien yo nunca pude conocer”

Zulemita y Carlos Menem hoy limaron todas las asperezas y se sienten muy unidos. Carlos Nair Meza, el hijo que Menem tuvo mientras estaba preso en Las Lomitas, Formosa, en Gran Hermano. “Carlos Nair es un tema muy privado de papá. Lo hablamos en casa, y si él acepta que es su hijo, también lo aceptamos nosotros. No tengo nada que reclamarle. El fue un muy buen padre conmigo, pero como marido… ¡pobre mamá! ¡No sé cómo lo aguantó!”, dice.

Zulemita y Carlos Menem hoy limaron todas las asperezas y se sienten muy unidos. Carlos Nair Meza, el hijo que Menem tuvo mientras estaba preso en Las Lomitas, Formosa, en Gran Hermano. “Carlos Nair es un tema muy privado de papá. Lo hablamos en casa, y si él acepta que es su hijo, también lo aceptamos nosotros. No tengo nada que reclamarle. El fue un muy buen padre conmigo, pero como marido… ¡pobre mamá! ¡No sé cómo lo aguantó!”, dice.

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