Desde que llegaron al Este para pasar las Fiestas, los rumores de crisis que arrastraban desde Buenos Aires se acrecentaron. El motivo: mientras que el verano pasado se paseaban por la Ruta 10 a bordo de un llamativo descapotable, en esta temporada casi no se mostraron juntos. “¡¿Pero si nos vieron llegando al aeropuerto?!”, explicó Karina Jelinek (29). Su marido, Leo Fariña (26), sólo la acompañó al evento de apertura de temporada del Conrad. Después, la modelo salió siempre junto a sus managers de Life Chekka, Mauricio Catarain y Sebastián Darcyl. El resto del tiempo, se refugió en la chacra que alquilaron en La Barra camino a San Carlos durante las primeras semanas de vacaciones. Y ahora, en una casa dentro del predio del lujoso hotel Fasano, a donde se mudaron en busca de más tranquilidad.
–¿Por qué no se los ve juntos?
–Leo decidió adoptar un perfil más bajo y no mostrarse en los eventos conmigo. Tampoco me acompaña a los desfiles, aunque a veces me lleva. Igualmente soy una mujer muy independiente: tengo mi auto, para mis cosas me muevo sola. No necesito de mi marido para tener prensa. Mi primera tapa fue con GENTE y nunca dependí de ningún novio, amante o quien sea, para salir en los medios.
–Antes él estaba más presente, acompañándote.
–Nuestro matrimonio fue un boom: me casé a los tres meses de conocerlo, y nadie sabía quién era... ¡ni siquiera yo! Me gustaba la situación y me generaba adrenalina, y además me gustaba mucho. Invitamos a todos los medios, dimos notas pautadas. Yo no soy antipática con el periodismo.
–¿El sí?
–Cuando se expuso fue de una forma muy inocente, y le pegaron mal. Recibió muchos golpes de la prensa: decían que era hijo de Kirchner, lo juzgaban porque tenía una Ferrari siendo tan joven o porque hacía fiestas importantes. Entonces decidió guardarse. Tampoco es culpa de los medios. Nosotros fuimos los que nos expusimos, y nos hacemos cargo de la situación. Por eso ahora cambió el perfil. Yo lo entiendo y no reniego de eso.
–¿Te molesta que no te acompañe más?
–Respeto sus decisiones. Y ya estoy acostumbrada a que me quieran separar todas las semanas. El que tiene una obsesión con el tema es Chiche Gelblung. ¡Vive intentando separarnos!
–¿Por qué creés que pasa eso?
–No sé... Me querrán ver sola... Obviamente que no somos una pareja perfecta. Una de las últimas tapas de revista fue cocinándole milanesas... Está bueno, a veces pasa –le cocino sólo cosas simples–, pero no somos perfectos.
–¿En qué cosas chocan?
–En temas típicos de la convivencia. Nosotros nos seguimos conociendo cada día. Recién este 29 de enero cumplimos dos años de casados. A veces me molesta que deje las cosas tiradas, porque yo soy muy ordenada, pero son sólo esas pavadas. Nada tan importante como para decir: “No te aguanto más, terminemos con el matrimonio”.
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Híper sexy en la chacra que alquiló junto a su marido en La Barra. Ahora, en busca de más intimidad, se mudaron a una casa en el Fasano, con todos los servicios que ofrece el hotel –en un predio de 480 hectáreas con bosques, lagos y playa artificial–. “Ya ni nos hac e falta salir”, explica Kari, que planea pasar allí los próximos veranos.
Jelinek admite que, a pesar de que es muy coqueta, en la intimidad no se maquilla, ya que a su marido le gusta verla al natural. “Le encantan mis pecas”, confía.
La pareja se mostró solamente en una fiesta del Conrad Resort & Casino, al inicio de la temporada. Después, Leo se recluyó en la chacra. Karina siguió concurriendo a eventos, pero acompañada por sus managers, Mauricio Catarain y Sebastián Darcyl.
