“A las mujeres nos sigue costando ocupar espacios de poder” – GENTE Online
 

“A las mujeres nos sigue costando ocupar espacios de poder”

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Los sueños de la infancia suelen perderse en un diario íntimo que se relee durante las mudanzas o en una carta a la compañera de banco de la primaria. Sin embargo, también están los seres iluminados, a los que se les cumplen más allá de los límites de la propia fantasía. “Tocados por una varita mágica”, dice Flavia Palmiero (41), quien 25 años atrás quería probar suerte como actriz y debutó en cine interpretando nada menos que a Eva Duarte, una joven de origen humilde que se convirtió en la mujer más importante de la historia y la política nacionales.

Era miércoles; mi mamá me acompañó a llenar un formulario en una agencia y dejé dos fotitos que me había sacado mi tío en el living de mi casa”, recuerda. El viernes siguiente, a las 17, se presentó a un casting en el que el director Eduardo Mignogna buscaba a la jovencita que pudiera interpretar al personaje principal de la que sería su opera prima: Evita, quien quiera oír que oiga. Y la eligió entre siete decenas de postulantes. “Algunos años después le pregunté por qué. Y me dijo que además de la similitud de las facciones, fui la única que se sentó delante de él y dejó a la madre en la entrada. Sintió que yo tenía carácter y que quería estar ahí”, explica ahora.

–¿Cómo recordás el rodaje?
–Difícil: fue en julio de 1983; los militares seguían en el poder. Filmamos en secreto en Retiro y en Capilla del Señor, y aunque parezca increíble, nos divertimos mucho. Yo no conocía mucho de Evita, pero apenas me dieron el papel empecé a leer todo lo que encontré sobre ella.

–Pasaron 25 años del casting y 24 del estreno (26 de abril de 1984). ¿Cómo lo vivías?
–Pasé de ser anónima a salir en la tapa de GENTE el 3 de mayo, una semana después del estreno. Fui la primera persona que encarnó en cine a Eva Perón en la Argentina y en el mundo. Inolvidable.

–¿Cómo reaccionó el público­­?
–Había dos bandos muy claros: los que me amaban y los que me odiaban. Querían descargar en mí sus sentimientos, el amor y la bronca. Me invitaban a actos políticos y yo pensaba: “¡Están todos locos!”. Ahora entiendo bastante mejor lo que significaba…

–Las críticas de esa época elogiaban la naturalidad de tu interpretación y tu inocencia. ¿Sos la misma?
–Soy muy optimista. Busco el lado positivo en todo. Trato de no bajar los brazos nunca, porque la vida vale la pena. Pero también tengo mis momentos de tremendo bajón. Entones, mejor ni te acerques... Cuando me deprimo, me encierro en casa hasta que se me pase. Me lo guardo para mí. Hasta que no estoy bien, no salgo.

–¿Qué fue lo que más te impactó de las imágenes originales de Evita?
–Su sonrisa y su mirada. Me eclipsó, me shockeó. Salió de Junín con las manos vacías y llegó tan lejos… ¿Quién le enseñó lo que tenía que hacer? Nadie. Pasaron muchos años, y para nosotras sigue siendo difícil ocupar lugares de poder y en todos los ámbitos, no sólo en política. El sistema es muy machista…

–¿Por culpa de ellos o de ellas?
–De ambas partes. La mujer no resigna sus tareas tradicionales. Por eso, los hombres tienen mayor capacidad de trabajo. Ellos sólo tienen que dedicarse a eso, y no sé si hicimos bien… ¡Me parece que la mujer que se quedó en la casa fue más viva! (risas)

–No es la primera vez que hacés referencia a tu lado machista…
–¡Es cierto! Prefiero un hombre sobreprotector: para el lagrimeo estoy yo. Me gusta estar con un hombre que me cuide. Me parece mucho más erótico. No me gusta el sometimiento, pero sí me seduce ser su geisha. En la intimidad adopto un rol totalmente distinto al que suelo tener en la vida de todos los días.

–¿Creés que la imagen de una mujer determina la forma en que la tratan?
–¡Por supuesto! Evita no sólo se cuidó, sino que marcó un estilo a seguir, y en esa época no había asesores de imagen. Igualmente, estoy convencida de que el interior de las personas traspasa lo que se ve. Hay gente que tiene el envase perfecto pero no te transmite nada. La sensualidad puede ser una herramienta de poder, pero no es mi caso. Yo nunca trabajé de linda, sino por mis ideas, mi humor, mi carisma. Ser sexy te puede abrir puertas, pero también se te puede volver en contra.

–Pero te cuidás...
–Sí, claro. Entreno dos o tres veces por semana en la cinta y con los aparatos. Y en el Centro de Estética de Sandra Dillon me reciben los electrodos, la mesoterapia, las botas… Lo último fue un body shape para que la cola se quede como está.

–¿Y el quirófano?
–Fui por las lolas… Pero no sé si me haría algo en la cara: tengo mucho miedo. ¡Quiero una pastillita de la juventud eterna!

–¿Cambiarías algo de tu pasado?
–Soy muy caprichosa. No me arrepiento de nada. Aprender no es ir siempre a resultado. Me equivoqué, pero también viví, y pienso seguir permitiéndome ambas cosas. En lo laboral, ahora integro el staff de Multitalent, y encaramos mi carrera desde un lugar distinto, que incluye publicidad, cine y televisión. Estoy pensando en un programa de entrevistas con personalidades influyentes de distintos ámbitos. Y obvio, el regreso de La ola verde...

–¿Otro cambio?
–Va a ser un movimiento sísmico en mi vida y estoy en tiempo de definiciones. Yo sólo quiero dedicarme a la producción artística y a organizar una Fundación que tendrá como objetivo ayudar a chicos con necesidades insatisfechas.

–Un proyecto muy grande...
–Sí, y tengo miles. El día que deje de soñar, voy a estar muerta. Soy muy inocente e ingenua, pero prefiero ser así al escepticismo. Tanto mis aciertos como mis errores son resultado de mi personalidad. En algún momento estuve muy peleada con esa parte de mí, pero me amigué.

–¿Estás sola?
–Sí, pero no lo vivo como una carga. No me asusta, al revés: me preocuparía seguir con alguien con quien no esté bien.

–A los 17 años tuviste que transmitir la inocencia de Eva. ¿Qué rasgos te interesan de Eva adulta?
–La mujer fuera del balcón. Cómo era cuando se sentaba sola frente al espejo y pensaba hasta dónde había llegado, porque hizo demasiado en muy poco tiempo.

–Una de sus decisiones más importantes fue casarse con Juan Domingo Perón. ¿Te seduce la autoridad?
–(Risas) No hablemos de eso. Dejemos a la gente del poder afuera… No me cautiva.

–¿Te dedicarías a la política?
–Me interesa el país, y como Evita, siento que para mejorarlo es necesaria la política. Pero no sé si es el momento, aunque me encantaría en el futuro. No fue casualidad mi paso por la Facultad de Derecho, eh.

–¿Qué se necesita?
–Gente que haya tenido éxito en su propia vida, su industria, su carrera, porque considero que está capacitada para manejar un país. Pienso que uno tiene que demostrar en el ámbito privado lo que puede hacer en lo público. Es mucho más simple de lo que nos dicen… ¡Pero hay que trabajar!

Producción: Maite Irazu
Arte digital: Gustavo Ramírez
Peinó: Lucas Martínez Navarro para Sebastián Correa con productos L’Oréal Professionnel
Maquilló: Mauricio Camilo para Sebastián Correa con productos Helena Rubinstein
Agradecimientos: Benito Fernández, Breeders, Rallys,
Escada, LKBA-Leticia Carossella y Luna Garzón.

La Evita de Flavia ayer, a los 17 años, para la cámara de Eduardo Mignogna. Entonces fue tapa de GENTE, que hoy recrea su personaje con esta producción.

La Evita de Flavia ayer, a los 17 años, para la cámara de Eduardo Mignogna. Entonces fue tapa de GENTE, que hoy recrea su personaje con esta producción.

“Pasé de ser anónima a salir en la tapa de GENTE, una semana después del estreno de la película. Fui la primera persona que encarnó en cine a Eva Perón en la Argentina y en el mundo. Inolvidable”

“Pasé de ser anónima a salir en la tapa de GENTE, una semana después del estreno de la película. Fui la primera persona que encarnó en cine a Eva Perón en la Argentina y en el mundo. Inolvidable”

“Yo nunca trabajé de linda, sino por mis ideas, mi humor, mi carisma. Ser sexy te puede abrir puertas, pero también se te puede volver en contra”

“Yo nunca trabajé de linda, sino por mis ideas, mi humor, mi carisma. Ser sexy te puede abrir puertas, pero también se te puede volver en contra”

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