“A estos jugadores les sobra temple, fútbol y coraje” – GENTE Online
 

“A estos jugadores les sobra temple, fútbol y coraje”

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El hombre nacido en Valentín Alsina ahora camina por los pasillos de la Bombonera y dice: “Boca es ganar, ganar y ganar. Siempre”. Y respira hondo, más que satisfecho después de que su equipo obtuviera la Copa Libertadores de América. Hoy no tiene puesto el traje de director técnico. Viste pantalón azul, camisa a rayas, saco de cuero negro, zapatos de punta cuadrada y una moderna chalina a rayas. A los 50 años, Miguel Angel Russo acaba de entrar en la historia grande de Boca Juniors, nada menos. Y así lo explica, entre emocionado y respetuoso: “Me lo dijeron cuando iba caminando al centro del campo de juego para abrazar a los muchachos. Me hablaron de Juan Carlos Lorenzo, de Carlos Bianchi. Y sí, en la historia estoy, entré”.

–¿Y en el corazón del hincha?
–No sé, porque yo no busco eso. Las cosas se van dando. Tampoco busco el protagonismo. La consolidación llega a través del tiempo. Veremos. Lo que sí digo es que el mundo de Boca es infinito: no hay un punto donde detenerse.

–Pero a usted le debe interesar la opinión del hincha…
–Claro, pero más me interesa lo que pienso yo. Y estoy convencido de lo que hago; lo disfruto. Vivo para esto.

–¿Qué le dio y qué le quitó estar en un club como Boca?
–Quitarme, nada. Yo lo disfruto con normalidad y tranquilidad. Además, tuve un gran apoyo de los dirigentes. Y encontré jugadores que tenían y tienen un ímpetu de ganar increíble. Todo eso me facilitó las cosas.

–¿Qué sintió apenas terminó el partido?
–Una alegría tremenda. Te juro que no se puede explicar.

–Además, recibió una sorpresa extra…
–Sí, el ingreso de mi hija Natalia a la cancha. No sabía que ella estaba allí. Sí que había venido a Porto Alegre, porque yo la invité. Siento por ella algo muy especial: nació en 1982, justo el año que Estudiantes de La Plata, donde yo jugaba, salió campeón. Son esos pequeños disfrutes que te da la vida. Le agradezco a ella haberme acompañado. Porque Natalia viene con una formación de no aparecer en las fotos, de estar siempre a un costado, de nunca ser la hija del técnico que da una nota, de nunca nada. Respeta que el personaje sea el padre. Y me gustó que haya tomado la decisión de aparecer al lado mío en un momento en que las costumbres dicen que no debía estar. Ella, con su juventud y su necesidad, lo sintió así. Y a mí me hizo feliz.

–Se vio en la tevé que ella caminaba detrás suyo y usted le pidió que se acercara.
–Es verdad. La vi y quise tenerla cerca, para felicitarla y agradecerle que me acompañara. No sé quiénes fueron los compinches que tuvo para entrar a la cancha. No los pude descubrir, pero deben haber sido mas de uno. Fue muy bueno para mí. Te lo aseguro.

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Russo trata de disimular, pero se emociona cuando habla de su hija. Trata de mantener distancia y contesta cada pregunta con cierto cuidado. También pregunta: “¿Por qué GENTE se fijó en mí? ¡Qué raro!”, dice, y le explicamos que Boca acaba de producir un hecho histórico que cualquier revista de actualidad debe mostrar en sus páginas. Y que él es nada más y nada menos que el conductor de ese grupo de jugadores que siguen sorprendiendo y logrando triunfos nacionales e internacionales. “Será así”, reflexiona modesto, y cuando alguien le grita “¡Migueeelll!”, saluda tímido, con ambos pulgares en alto. Pero cuando escucha el “¡Grande, Migueliiitooo!”, más cariñoso por cierto, aparece la sonrisa blanca y perfecta, aunque él intente dismularla. Sus dos teléfonos celulares no paran de sonar. Un llamado es para confirmar la cita del viernes a la noche con los amigos del barrio, los muchachos de Lomas de Zamora, en el céntrico y clásico Café París, el que Miguel elige cada vez que puede para reunirse con los íntimos a tomar el vermouth con aceitunas verdes, sus preferidas. Y Russo vuelve a sonreír cuando cierra el encuentro para la medianoche.

–¿Soñaba con algo así cuando empezó a ser técnico?
–¡Uy! Fue en Lanús. Recuerdo que me presentaron a ocho dirigentes, pero tenía sólo seis jugadores. Fue un camino largo. En ese momento sólo quería salir de la mala situación en la que estaba. No me planteaba demasiados objetivos. Pero después las cosas se fueron dando. Era muy joven: arranqué con 33 años cumplidos.

–¿Demasiado joven para ser técnico, Miguel?
–No sé. Yo arranqué así, y les agradezco a los que eran tan delirantes como yo por confiar en mí, je, je. Lanús me dio la gran oportunidad. La continuidad fue buena. Del ’92 en adelante el club logró mantenerse en Primera División.

–Carlos Bilardo siempre lo elogia. ¿Hay una relación especial entre ustedes?
–Carlos es así. Cuando te manda saludos o felicitaciones por televisión o radio te está diciendo: “Te quiero”. Es su forma. Lo conozco mucho gracias al tiempo que convivimos en Estudiantes.

–¿Y usted que siente por él?
–El, junto con mucha gente de Estudiantes, me educó en la vida. Entonces, más allá de lo deportivo, muchas veces me inculcaron cómo manejarme, y para mí eso no tiene precio. Carlos Bilardo, Eduardo Manera y el club me dejaron el mejor legado que un hombre puede recibir. Aprendí dónde está el bien y dónde el mal, a caminar derecho por la vida. Después viene lo deportivo, y ahí también recibí una enseñanza ejemplar de Carlos. El siempre estuvo atento a lo que me pasaba, tanto en la vida personal como en la futbolística.

–Bilardo tuvo que dejarlo fuera del plantel de la Selección en 1986, cuando Argentina salió campeón del mundo.
–Sí, y me dejó una gran enseñanza. “Me vas a entender el día que seas entrenador”, me dijo. Cuando sos director técnico aprendés a tomar decisiones. Y yo vivo tomando decisiones.

–¿En Boca cuesta más tomarlas?
–No, hay que animarse, nada más. Lo que sí te piden son más explicaciones que en ningún otro lado. Boca es ganar, ganar y ganar.

–¿Cree que la oportunidad de Boca le llegó en su mejor momento?
–En el momento justo. Lo vivo con tranquilidad, aunque este club siempre te obliga a más. Ya estoy pensando en lo que viene.

–¿Quién se destacó más entre el grupo que logró el título?
–No puedo nombrar a uno en especial. A estos jugadores les sobra temple, fútbol y coraje, y saben cuándo y cómo usarlos. Por eso Boca es grande.

–¿Cuántas cábalas tenía?
–No tantas. La campera que usé durante el partido, que no me la pensaba sacar por nada del mundo.

–¿Va a descansar ahora?
–No puedo. Tengo que planificar lo que viene, porque cuando te querés acordar, tenés todo encima.

–¿Se conmovió con el título logrado?
–¡Cómo no me voy a conmover! Si yo había perdido con Gremio en el ’83 como jugador de Estudiantes, y eso me dolió muchísimo. También caí en el ’96 como técnico cuando dirigía a la “U” de Chile.

–Le hago la última que se hacen todos, y más que una pregunta es un ruego: Miguel, haga algo para que se quede Riquelme.
–Je, je. Yo tampoco quiero que se vaya. Tranquilo, hay tiempos que cumplir. Pero haremos todo lo necesario para que siga con nosotros.

El capitán, Martín Palermo, alza la sexta Copa Libertadores. Atrás, todo el plantel festeja, después de triunfar en Brasil 2 a 0 frente al Gremio de Porto Alegre. La historia volvió a repetirse.

El capitán, Martín Palermo, alza la sexta Copa Libertadores. Atrás, todo el plantel festeja, después de triunfar en Brasil 2 a 0 frente al Gremio de Porto Alegre. La historia volvió a repetirse.

Román Riquelme alzado en andas después del primer gol frente al Gremio.

Román Riquelme alzado en andas después del primer gol frente al Gremio.

“Disfruto el triunfo con normalidad y tranquilidad. Tuve un gran apoyo de los dirigentes.  Y encontré jugadores que tenían y tienen un ímpetu de ganar increíble. Todo eso me facilitó las cosas”.

“Disfruto el triunfo con normalidad y tranquilidad. Tuve un gran apoyo de los dirigentes. Y encontré jugadores que tenían y tienen un ímpetu de ganar increíble. Todo eso me facilitó las cosas”.

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