«A Carlos y a Cecilia los veo muy enamorados» – GENTE Online
 

"A Carlos y a Cecilia los veo muy enamorados"

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Para muchos, Susana Valente es simplemente la esposa de Eduardo Menem y la cuñada de Carlos Menem. Para algunos, es la primera amiga que tuvo Cecilia Bolocco cuando llegó a la Argentina. Y para otros, es la artista plástica que logró concretar desde la pintura un sueño que le nació de niña e
n La Rioja. Su propia definición dice que es una mujer que a los 54 años alcanzó

la plenitud de la vida. El sábado por la tarde recibió a GENTE en su casa del Barrio River, en Nuñez, dispuesta a hablar de todo. La charla transcurrió en el altillo, el pequeño y bohemio espacio en donde deja nacer sus obras. Vestida muy casual, con pantalón y suéter chocolate, botas al tono y un collar de perlas, la mujer del senador riojano marcó una tras otra las pinceladas de su vida. Al terminar la charla decidió cambiar el vestuario. Un tailleur de falda y chaqueta larga gris fue la ropa ideal para ir a Ezeiza.
"Me tengo que ir urgente, porque en un par de horas mi hijo Adrián y su esposa Helga se van a los Estados Unidos y los quiero despedir. Ella está de cinco meses de embarazo y es el último viaje que podrán hacer antes de que llegue mi primera nieta al
mundo"
.

-Empecemos por el final: ¿es feliz, Susana?
-Mucho. Estoy muy contenta con lo que la vida me dio. Cuando era chica, mi abuela me decía que no eligiera la vida, porque la vida iba saliendo. Y era verdad. A mí me tocó esta. Te puedo asegurar que cuando me casé no sabía lo que iba a venir. Simplemente me enamoré de Eduardo. Y me va mejor desde que acepto las cosas como vienen y no cuando quería salir de lo que me había tocado.

-¿De qué pretendía huir?
-Del mundo de la política. Me angustiaba. Pero después me di cuenta de que era el trabajo que eligió el hombre que amo.

-¿Es tan difícil ser la esposa de un político?
-Si no entendés, es difícil, tensionante y angustiante. Muchas veces tuve la sensación de estar abandonada, muy sola. Y en algunos momentos, la de tener que ser madre y padre a la vez. Aunque, a favor de la verdad, debo decir que mi esposo, con todas las dificultades que tuvo en la vida y con tantas exigencias que demanda la función pública, siempre puso su mirada sobre la familia, sobre los hijos. Para Eduardo ese siempre fue su referente.

-¿Derramó muchas lágrimas?
-Muchas es poco: millones. En mi vida derramé ríos de lágrimas, océanos de lágrimas. Sí, lloré mucho. En silencio, a oscuras, a escondidas, tal vez muchos no lo notaron, pero lloré mucho.

-¿Por ser la esposa de un hombre público debió aceptar ubicarse en un segundo plano, ser casi una mujer relegada?
-Es tal cual lo estás diciendo. El hombre público es él, y una acompaña en lo que puede. En mi caso, en lo que puedo y quiero acompañar. Siempre tuve la libertad de decir que no, como lo he hecho, porque tengo mi vida, mis intereses y mis inquietudes, que a veces no son compartidas por Eduardo.

-Juntos pero no revueltos.
-Exacto. Juntos, pero no apencados, como dicen en La Rioja. Ese es el secreto, entre comillas, para transitar el año número 31 de casados.

-¿Eduardo Menem entendía las lágrimas que usted derramaba?
-En general, pienso que los hombres no entienden las lágrimas de las mujeres.

-¿Pero nunca llegó a pensar en el divorcio o sí?
-¿Quién no? ¿Hay alguna mujer en el mundo que alguna vez no pensó en divorciarse de su marido? Yo sí. Y varias veces. Pero en realidad nunca tuve razones para tomar una determinación así, porque el cariño y la atracción siguen intactos.

-¿Qué es lo que más la atrae de su marido?
-Lo mismo que hace 33 años. Tenemos una muy buena relación de piel, lo admiro mucho, es un hombre muy tierno y por sobre todo nos protegió mucho como papá y como esposo. Otras de las cosas que me atrae es su infinito afán de superarse, su permanente búsqueda de proyectos de vida, su lealtad para con los que ama. Hay muchas cosas que te podría decir, pero lo más real es que soy emocionalmente dependiente de mi marido. Y lo peor es que él lo sabe.

-El pasado viernes se oficializó la lista en La Rioja donde figura Eduardo Menem como senador titular y Carlos Menem como suplente. ¿Cree que su esposo sería capaz del renunciamiento a su bancada para que Carlos ocupe su lugar?
-Si tiene que llegar esa instancia, estoy segura de que es capaz de renunciar, dar un paso al costado en su banca y dejarle el lugar a su hermano.

-¿Tanto es el amor que le tiene?
-Sin ninguna duda. Desde que Carlos está en esta situación tan difícil y complicada, Eduardo está muy abrumado. Tan abrumado como en la época del proceso militar. El hacerse cargo tiene que ver con un profundo cariño, amor y preocupación. Y es un ejemplo para mis hijos. Si alguna vez tienen una circunstancia desgraciada, sabrán que tienen hermanos en quién apoyarse.

-Lo dice y se emociona…
-Porque estoy orgullosa de mi marido y mis hijos, Adrián y Martín. Veo cómo se han solidarizado, cómo cada uno ha puesto su trabajo para esta causa familiar, para acercarse al tío, para defenderlo, protegerlo. Aunque es algo que también hacen con el padre: cuando no lo ven del todo bien, lo acarician, lo besan… Y te juro, te confieso, que a veces digo: "Pero, Dios, yo también quiero algo" (ríe), pero parece que a la mamá no le toca nada: todo es para el papá. Si tengo que decir la verdad, por momentos me dan celos. Ahí está, lo dije: tengo celos. Porque se la pasan todo el día con
"el papá dónde está, el papi qué dice".

-Recién hablamos de Carlos Menem. Pasó de la felicidad del casamiento a la detención por un proceso penal. ¿Cómo lo ve?
-Sereno. La vida lo hizo templado como el hierro, y en ningún momento perdió los estribos. Tampoco voy todos los días, porque hay que respetar lo que está viviendo. Pero, por otro lado, Dios lo bendijo con la presencia de esta mujer en su vida. Cecilia es una persona tan cariñosa, tan buena, tan cercana en sus sentimientos, que si bien el momento es difícil, a él lo veo bien, y a ella mucho mejor.

-¿Cecilia Bolocco es "la" mujer para Carlos Menem?
-Hablo por mis ojos y mi corazón. A Carlos y a Cecilia los veo muy enamorados. Pendientes mucho el uno del otro, con un trato muy delicado. De mucha paz, serenidad y fe. Me da mucha tranquilidad verlos así.

-¿Entonces, los une el amor?
-Sí, sí. ¿Qué más podría ser? El amor se basa en la atracción, en la admiración, en la ternura, en el compañerismo. Una verdadera relación de pareja son muchas cosas a la vez.

-Para un sector del peronismo, Cecilia Bolocco sería como Evita, la mujer que lo va a ayudar; para otro sector sería como
Isabelita, la mujer que dicen llegó para destruirlo todo. ¿Usted dónde la ubica?

-Como Cecilia Bolocco de Menem. Ese es el nombre y el lugar de ella. Ni Evita ni
Isabelita, Cecilia es la mujer que hoy merece tener Carlos Menem a su lado. Simplemente Cecilia.

-Siempre se la vio como una de las primeras amigas que tuvo Cecilia en la Argentina. ¿Nunca dudó de ella, nunca se dijo la voy a estudiar un poco?
-¡Qué pregunta! Cuando conocés a alguien, sea en tu familia o en tu grupo de amigos, siempre lo estudiás un poco. ¿Qué querrá decir, con qué intenciones viene, qué código establecerás con esa persona? Pero por sobre todas las cosas que podía pensar, lo veía a su hoy marido muy enamorado y muy pendiente de ella. Carlos mismo nos iba contando sus virtudes y las cosas lindas que estaba viviendo a su lado. Es por eso que no tuve que estudiar mucho.

-Se puede decir que tiene nuevamente una cuñada, porque su relación con Zulema Yoma nunca fue muy buena, ¿verdad?
-Ni buena ni mala. Entre Zulema y yo nunca hubo relación. Ella vivió una vida con muchos conflictos, con muchas tensiones desde siempre, y yo me alejo de esos escenarios. Me provocan mucho daño.

-¿No es de mediar?
-Si me lo piden, sí. Si veo que hay posibilidades, me mando. Aunque a veces no quedo bien parada, como todo metido. Pero no me importa, cuando veo que es posible rescatar algo y que lo único que hay es alguna ceguera, suelo opinar.

-¿Sería mediadora entre Zulemita Menem y su padre?
-No, porque la de padre e hijo es una relación muy pura. Es como si viniera alguien y quisiera mediar entres mis hijos y yo. No lo concibo.

-¿Cree que ellos se reconciliarán?
-Carlos dijo que el tiempo cura todo. Tal vez se dé. Yo creo que le haría muy bien a ambos, porque es la misma sangre.

-¿Hay muchos celos?
-Si aceptamos que un poquito de celos es amor, es bueno. Ahora, que yo tenga celos no impide que mis hijos hagan su vida. Claro, yo estoy muy segura del lugar que ocupo, y que me estoy retirando a tiempo de la vida de mis hijos para que ellos puedan despegar y crecer. Voy replegando las alas. Mejor dicho: ya las replegué.

-¿Con eso me quiere decir que Zulemita no se da cuenta del lugar que ocupa en la vida de su padre?
-Y, posiblemente no pueda ver la dimensión que tiene en la vida de su papá. Lo importante que es. Por otro lado, hay que tener en cuenta el tiempo que nos va quedando de vida y cómo lo queremos vivir. Lo vivo en paz y perdono, o lo vivo en conflicto y en la guerra. Para mi familia, elegí vivir en la paz, en la tolerancia, en la templanza y en la comprensión. Traté de hacer círculos de virtudes.

-¿Cómo lo consiguió? ¿Tras incursionar en un mundo espiritual?
-Y sí. Tratar de descubrir otro mundo que va más allá de lo cotidiano me permitió descubrir el libro de las virtudes. Y, por sobre todo, ponerlas en práctica, aun con las caídas que tiene todo ser humano.

-¿Siente que maduró sin envejecer?
-Sí. Sentí un cambio importante en mi vida desde que comencé a transitar el camino de la espiritualidad, desde la Biblia y también desde el doctor Deepak Chopra. Por otro lado, soy casi vegetariana, practico meditación dos veces por día y además tomo un poco de cada cosa que hay en este mundo para ir armándome. Como el queso descremado, la oración, ir a correr, hacer yoga, hacer el amor…

-¿Y a esta mujer tan vital le está por llegar a la vida un nieto, o el hijo del hijo?
-Me está por llegar una nieta, ya se sabe que es una nena, y su mamá -hasta ahora- ha elegido el nombre: Alexia. Y ese tiene que ser mi papel. La niña tiene mamá y papá y yo voy a ser la abuela, la
nona. Así quiero que me llame. Estoy contentísima con eso.

-Crió tres varones, ¿cómo fue la llegada de las nueras a su vida?
-Fue algo maravilloso. Me incorporaron mucha juventud, moda y rapidez. Las escucho mucho, y también les pregunto sobre todo. Me manejo con ellas de la misma forma que lo hubiera hecho con una hija, pero con la distancia que da el papel de suegra.
Así se siente Susana Valente en su casa de Núñez. En cuatro meses será abuela primeriza y además se sabe rodeada por su marido, sus hijos y sus nueras.

Así se siente Susana Valente en su casa de Núñez. En cuatro meses será abuela primeriza y además se sabe rodeada por su marido, sus hijos y sus nueras.

El gusto por la pintura la acompaña desde niña. Hoy, en el altillo de su casa, la esposa del senador riojano deja volar su imaginación entre blancas telas y brillantes colores.

El gusto por la pintura la acompaña desde niña. Hoy, en el altillo de su casa, la esposa del senador riojano deja volar su imaginación entre blancas telas y brillantes colores.

Una noche inolvidable: sucedió el 3 de enero de 2001. Hubo festejo por partida doble: cumplía años Eduardo, y Carlos Menem presentó <i> su familia a sus suegros Enzo y Rosemarie Bolocco. Esa velada marcó el comienzo de la amistad de Cecilia y Susana.">

Una noche inolvidable: sucedió el 3 de enero de 2001. Hubo festejo por partida doble: cumplía años Eduardo, y Carlos Menem presentó "oficialmente" su familia a sus suegros Enzo y Rosemarie Bolocco. Esa velada marcó el comienzo de la amistad de Cecilia y Susana.

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