A 31 años del atentado a la Embajada de Israel, el recuerdo del primer periodista que llegó al lugar – GENTE Online
 

A 31 años del atentado a la Embajada de Israel, el recuerdo de la primera periodista que llegó al lugar

A 31 años del atentado a la embajada de Israel, el recuerdo de los primeros periodistas que llegaron al lugar
El martes 17 de marzo de 1992 un atentado al edificio diplomático israelí en Buenos Aires mató a 29 personas e hirió a otras 242. Tres décadas después de aquel día, GENTE reconstruye la historia a partir del testimonio de María José Grillo, la primera periodista que llegó a cubrir el hecho.
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El martes 17 de marzo de 1992, una camioneta Ford F-100 cargada de explosivos y conducida por un suicida acabó con la edificación de la entonces embajada de Israel en Argentina -ubicada sobre la calle Arroyo 910, esquina Suipacha- y dejó un tendal de daños y dolor.

El atentado dejó 29 víctimas fatales, hirió a otras 242 y fue considerado el peor embate terrorista en la historia de nuestro país hasta que se produjo el de la AMIA dos años después. En la actualidad, tristemente, ambos crímenes permanecen impunes.

La impactante toma del hongo de humo, efectuada por el fotógrafo Oscar Mosteirín desde la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro.

El horror en primera persona: "La gente salía entre los escombros como fantasmas"

"Aquel 17 de marzo estábamos entrevistando al ex coronel Juan Cesio: había una doble página para completar el cierre y la nota tenía ese destino", rememora la periodista María José Grillo. "Hasta que se produjo el estruendo y nos fuimos corriendo las cuatro cuadras que nos separaban del lugar –continúa–. En el camino nos cruzábamos con gente ensangrentada, incluso chicos de un jardín de infantes cercano, que huían de la explosión. Me metí por la vidriera rota de un banco y pedí un teléfono para llamar a la redacción. Marqué y no dudé: 'Manden a todo el equipo. No sé qué pasó, pero es muy grave'", pidió. El equipo de GENTE, con Grillo y Oscar Mosteirín fue el primero en llegar y se encontró con un paisaje desolador.

GENTE 1992. La crónica de María José Grillo (en ese entonces tenía 25 años), la primera periodista en llegar al lugar de los hechos.

"Llegué a la esquina de Suipacha, Arroyo y Gregorio Dupont. Un diplomático argentino que estaba en la esquina donde antes se levantaba la embajada de Israel y ahora solo eran ruinas en medio de una nube de polvo, me tiró del brazo y me sacó justo cuando cayó a mi lado un vidrio de un metro por un metro desde el edificio vecino. Me salvó", rebobina Majo. Aún no había llegado la policía. "La gente salía entre los escombros como fantasmas. Algunos heridos, la mayoría confundidos, sin saber a dónde ir: ahí Oscar captó la imagen del marine que finalmente fuera nuestra tapa", ilustra la ex redactora de GENTE, que en 1992 tenía 25 años y hoy es secretaria de Redacción de ¡HOLA! Argentina.

-¿Qué le indicaba el instinto en aquel instante?

-Nadie te prepara para cubrir algo así, salvo que seas corresponsal de guerra. ¿Por dónde empezás? ¿Ayudás? ¿Registrás? ¿Tomás nota?... Después de recoger todo el material posible, volvimos a Editorial Atlántida para cerrar la edición ese mismo día, reemplazando las notas cerradas, pero aún no impresas, por la cobertura del atentado.

Los destrozos se extendieron a varias edificaciones aledañas.

–¿Volviste a la zona?

–Varias veces. Cuando habilitaron la calle, subí a un edificio ubicado en diagonal, para armar una crónica y quedé impactada al ver la estampa de manos ensangrentadas en las paredes de la escalera, evidentemente, de personas que evacuaron de urgencia. Te aseguro que cada regreso al lugar siempre fue un shock. Para mí siempre será una zona de dolor y recogimiento.

"De repente, el fotógrafo y yo escuchamos un estruendo que nos sacudió el cuerpo. Recuerdo ver que los vidrios del frente del edificio de American Express, que está frente a la Plaza San Martín, ondulaban por la explosión. ¡Parecían olas! No imaginábamos qué había pasado, pero corrimos en dirección opuesta a la de la gente. Esas cosas de un periodista, ¿no? Ir en busca de la fuente del peligro cuando todos se alejan de él"

María José Grillo (ex periodista de GENTE)
La portada del número 1391 de nuestra revista: el teniente Bruce Willison rescata a Lea Kovensky, a quienes GENTE volvería a reunir en 2017.

A las corridas y los gritos de desesperación, les sucedieron la acción urgente y el dolor incomprensible y desgarrador. Mujeres y hombres buscando angustiados, entre la esperanza y el fatalismo, a familiares y cercanos. La llegada de bomberos, intentando controlar el fuego y socorrer a las víctimas, y de los policías y civiles, en tareas de rescate y asistencia, no cesaron por horas y horas. Los especialistas buscando pistas que expliquen el inimaginable hecho.

La destrucción vista desde un edificio cercano.

Entre la valentía y la solidaridad, a 31 años del atentado

"En menos de ochenta segundos recorrí los cuatrocientos metros que me separaban de la ya desaparecida embajada, para intentar colaborar", relató a GENTE el teniente estadounidense Bruce Willison (23). “A los marines nos preparan para actuar en situaciones límites", contaría luego.

"Había mucha gente desesperada. Corrí, entonces, a un bar cercano y me llevé los manteles. Con ellos improvisé torniquetes para frenar hemorragias. También les enseñé a los afectados cómo restañar sus heridas. Alarmado ante la posibilidad de nuevas explosiones, urgía sacar a las víctimas", explicó.

Un cuarto de siglo después, Bruce Willison y Lea Kovensky volvieron a verse. Fue el 17 de marzo de 2017, al conmemorase dicho aniversario. No se habían cruzado desde que él la asistió.

Entre los varios rescates que protagonizó, el de Lea Kovensky, de 36 años, fue nuestra portada. Kovensky, era secretaria del agregado David Ben Rafael, muerto en la ocasión. "Quiero agradecerle a ese chico que me salvó la vida y me consoló en un momento tan difícil", pronunció ella. "Volví a mi hotel, y esa noche pasaron por mi cabeza todas las imágenes de ese horror como si fuera una película. Y lloré, porque nadie puede ser indiferente ante la muerte", explicó el marine.

Un cuarto de siglo después, Bruce Willison y Lea Kovensky volvieron a verse. Fue el 17 de marzo de 2017, al conmemorase dicho aniversario. No se habían cruzado desde que él la asistió.

La búsqueda de sobrevivientes bajo los escombros.

"Vivo en un piso doce pegado a la embajada. En el momento de la explosión subía hacia mi departamento. Por una cuestión de segundos me salvé de morir en la vereda. No lo puedo creer"

testimonio de una vecina de la Embajada

Escombros e incredulidad: "La explosión más espantosa que ví en mi vida"

A las corridas y los gritos de desesperación les sucedieron la acción urgente y el dolor incomprensible y desgarrador. Mujeres y hombres buscando angustiados, entre la esperanza y el fatalismo, a familiares y cercanos. La llegada de bomberos, intentando controlar el fuego y socorrer a las víctimas, y de los policías y civiles, en tareas de rescate y asistencia, no cesaron por horas y horas. Los especialistas buscaban pistas que expliquen el inimaginable hecho.

"Escuché como un trueno apagado", "La explosión más espantosa que vi en mi vida", "Se movía todo, todo tembló", "Pensé en un terremoto", "Nadie entendía nada", explicaron algunos testigos presenciales del hecho en medio del caos.

Caída la tarde, ya de noche y asistidos por luz artificial, los rescatistas continuaban sus tareas. Edificios desmantelados, dormitorios y bibliotecas destrozados, autos aplastados; la Escuela Josefa Capdevila de Gutiérrez, al igual que la Parroquia Mater Admirabilis, sufrió los embates de la explosión y la sinrazón.

Cicatrices que no cierran

El ataque dejó doce víctimas argentinas, cuatro israelíes, tres bolivianas, una uruguaya, una paraguaya y una italiana. Nueve trabajaban en la embajada y siete cadáveres no fueron identificados.

El edificio de Arroyo 910 había sido construido en 1925 por el arquitecto Alejandro Virasoro, como residencia del aristócrata porteño Enrique Lastra. En 1950, después de que la cancillería argentina informara que el Poder Ejecutivo reconocía al Estado de Israel como soberano, el petit hotel en pleno barrio diplomático se convirtió en sede de su embajada.

Tras la voladura -su nueva sede se encuentra en Av. de Mayo 701, CABA- esa esquina se convirtió en la Plaza Embajada de Israel, un Lugar Histórico Nacional, un santuario al aire libre, un rincón de la memoria y un símbolo de una asignatura pendiente: al igual que en la arremetida contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), el 18 de julio de 1994, en la calle Pasteur 633, donde murieron 85 personas y hubo más de 300 heridos, el reclamo de justicia seguirá tan latente como el ingrato acontecimiento.

Despedida de los fallecidos en el atentado.

En la plaza, una plaqueta recuerda a las víctimas y reclama justicia. "El ataque a la Embajada de Israel y al Pueblo Judío constituye un atentado contra todos los hombres de bien en conjunto. Sin distinción de razas y credos, todos murieron por igual. En este ataque perdieron la vida 29 personas, pero lo sufrieron millones. La Plaza Embajada de Israel busca recordar el dolor que todos sentimos y reafirmar el compromiso de nunca renunciar a la esperanza de la paz".

Placa ubicada en la Plaza que se construyó en el lugar donde ocurrió el atentado.

Texto original: Leonardo Ibáñez

Fotos: Archivo Grupo Atlántida y Fabián Uset.

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