A 20 años del día en que Claudia Villafañe le pidió el divorcio a Diego Maradona – GENTE Online
 

El día en que Claudia Villafañe dijo basta: cómo fue el pedido de divorcio a Diego Maradona

El 28 de marzo de 2003, El Diez afrontó la demanda "por abandono de hogar"; a propósito de los 20 años, las mejores fotos de Claudia y Diego, un matrimonio que duró 14 años. 
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"Después de cinco años de no convivir, Claudia Villafañe le inició una demanda de divorcio a Diego Maradona. En ella le solicita la guarda de sus hijas Dalma y Gianinna –de quince y doce años–, diez mil pesos mensuales y dos departamentos", arrancaba describiendo la nota que GENTE publicó el 1 de abril de 2003 (a cuatro días del pedido formal de divorcio). En aquel entonces, Diego tenía 42 años y Claudia 41.

La nota que publicó GENTE en 2003 comunicando el pedido de divorcio.

El pedido formal de divorcio llegó al Juzgado Civil N° 77 en marzo de 2003, pero ellos vivían separados desde julio de 1998.

¿Por qué la pareja vivía separada? Él, un año antes, en Cuba, le explicaba a GENTE: "Ella no quiso venir a vivir a Cuba. Hablé con las nenas y ellas tampoco quisieron dejar a sus amiguitos o a sus amigovios para venir a La Habana. Y para mí fue muy duro entender que iba a estar solo, que ellas ya no me iban a acompañar. Pero las entiendo. Tienen su vida allá, y yo sólo busco lo que haga felices a mis hijas. Obviamente, sufro la soledad porque renuncié a mis hijas, a Claudia, a hacer el amor con ella, a que mis hijas me vengan a mostrar el boletín, a mis amigos, a ver a Boca, al asado al horno de mi vieja y a los posibles últimos años de la vida de mi viejo. Hoy físicamente estamos separados. La vida nos llevó a esto".

Arriba a la derecha: Diego en La Pradera, la Habana, y en uno de los hoteles en los que recalaba cuando visita Buenos Aires. Abajo izquierda: distintas tomas del departamento (ubicado en La Habana y Segurola) que Claudia pidió en aquel entonces.

Así comenzaba a cerrarse el último capítulo de casados de la pareja que, en aquel entonces, era la más famosa de la Argentina.

Diego y Claudia compartieron 14 años de amor

Hace cuatro décadas, cuando aquel pibe retacón, ruliento y de sonrisa ancha recaló en una modesta casa de Villa del Parque, no pensaba enamorarse. Para nada. Lo único que tenía en mente, poco después de debutar en la Primera de Argentinos Juniors con apenas 15 años, era afianzarse en el fútbol argentino. Meter goles. Soñar con un llamado a la Selección. Ni siquiera ilusionarse con Europa, porque eso quedaba muy lejos. Su mundo era el empedrado de la calle Argerich, mudado desde la humilde Villa Fiorito a la Capital. Barrio. Gente laburante. Noches de tomar fresco en la vereda. Y al lado de su casa, pared de por medio, una piba linda. La hija de Lidia y Coco –tachero, hincha de Argentinos, gran asador– andaba por los 14 años. Y no tardó en percatarse de ese tal Diego, del que papá tanto le hablaba, porque hacía malabares con la pelota. Claudia Rosana cruzaba miradas con Diego Armando. A veces, ella se paraba a conversar con Doña Tota, y, como quien no quiere la cosa, ambos supieron que el 28 de junio de 1977 se encontrarían en un baile. “¿Vas esta noche al Club Parque?”, preguntó él. “Sí, voy con mamá. ¿Y vos?”, averiguó ella. Y nació, sin más preámbulo, un noviazgo de novela. Que luego fue matrimonio.

En blanco y negro: los vecinos de Villa del Parque en sus primeros años de relación.
El encuentro a finales de los años 80' con el papa Juan Pablo II. Sucedió en Roma cuando la pareja vivía en Nápoles.
El recuerdo de su inolvidable viaje a la Polinesia ya con Diego siendo campeón del mundo.
Los cuatro integrantes de la familia junto a Fidel Castro en una de las primeras visitas de la familia a Cuba.
En el 2000, Claudia y Diego abrazados en las playas de Cuba. Llevaban un año y medio viviendo en distintos países y aún intentaban salvar la relación.

Una boda inolvidable

Diego Maradona y Claudia Villafañe –acompañados por sus hijas–, se casaron el martes 7 de marzo de noviembre de 1989, a las 14:30hs, en el registro civil de Uruguay 753. Ella lucía un vestido negro y una capelina del mismo color. Él, un traje con camisa a rayas y corbata.

A las 20:15, el astro ingresó a la Iglesia del Santísimo Sacramento con su madre, Doña Tota, tomada del brazo. Minutos más tarde, llegó Claudia acompañada por su padre, Coco.

Ella lucía un diseño de Elsa Serrano bordado en perlas, mostacillas y canutillos en el que habían trabajado cuatro costureras. Tenía 30 metros de organza comprada en Ginebra, ocho de encaje chantilly de Lyon y 30 metros de satén adquiridos en Italia. ¿El costo? 30 mil dólares.

En su cabeza, llevó una tiara de diamantes y perlas engarzadas en oro blanco.

La fiesta se realizó en el estadio Luna Park y contó con 1100 invitados de todos los ámbitos (entre ellos, Susana Giménez, Carlín Calvo, Fito Páez, Sergio Denis, Hugo Sofovich, Claudio Caniggia con Mariana Nannis, María Julia Alsogaray, Julio Grondona y Mauricio Macri) distribuidos en 85 mesas.

“Fue una fiesta inolvidable. Lejos, la mejor del siglo. La mejor de la historia”, la calificó Guillermo Coppola, uno de los invitados que se sorprendió al entrar al Luna Park por una manga blanca similar a la que se utiliza en los partidos de fútbol cuando sale cada un equipo al campo de juego.

La torta, diseñada por Miguel Caldentey, midió 2,60 metros y pesó 150 kilos. Tras cortarla subiéndose a una escalera, 100 mujeres solteras tiraron de las cintas: 99 recibieron anillos de oro y una, Cali Maradona, la hermana menor del futbolista, encontró el anillo de oro con brillantes.

A las 7:45 de la mañana, Diego Maradona y Claudia Villafañe dieron por finalizada la gran fiesta y abandonaron el predio a bordo de un Mercedes Benz verde que salió marcha atrás por la calle Bouchard. Otro vehículo de la misma marca, pero de color negro, estaba estacionado sobre la Avenida Corrientes con el objetivo de despistar a la prensa que había quedado afuera del salón y quería retratar a los novios. Una postal que, al día de hoy, sigue siendo inolvidable.

Fotos: Archivo Grupo Atlántida
Retoque digital: Elisabet Correa
Recopilación de material: Mónica Banyik

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